lunes, 2 de junio de 2014

Bertrand Russell: Tres pasiones


Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación.
He buscado el amor, primero, porque conduce al éxtasis, un éxtasis tan grande, que a menudo hubiera sacrificado el resto de mi existencia por unas horas de este gozo. Lo he buscado, en segundo lugar, porque alivia la soledad, esa terrible soledad en que una conciencia trémula se asoma al borde del mundo para otear el frío e insondable abismo sin vida. Lo he buscado, finalmente, porque en la unión del amor he visto, en una miniatura mística, la visión anticipada del cielo que han imaginado santos y poetas. Esto era lo que buscaba, y, aunque pudiera parecer demasiado bueno para esta vida humana, esto es lo que -al fin- he hallado.
Con igual pasión he buscado el conocimiento. He deseado entender el corazón de los hombres. He deseado saber por qué brillan las estrellas. Y he tratado de aprehender el poder pitagórico en virtud del cual el número domina al flujo. Algo de esto he logrado, aunque no mucho.
El amor y el conocimiento, en la medida en que ambos eran posibles, me transportaban hacia el cielo. Pero siempre la piedad me hacía volver a la tierra. Resuena en mi corazón el eco de gritos de dolor. Niños hambrientos, víctimas torturadas por opresores, ancianos desvalidos, carga odiosa para sus hijos, y todo un mundo de soledad, pobreza y dolor convierten en una burla lo que debería ser la existencia humana. Deseo ardientemente aliviar el mal, pero no puedo, y yo también sufro.
Esta ha sido mi vida. La he hallado digna de vivirse, y con gusto volvería a vivirla si se me ofreciese la oportunidad.


 Bertrand Russell, del Prólogo a su autobiografía...

jueves, 29 de mayo de 2014

¡Seguir en la oposición a Santos!



¡Seguir en la oposición a Santos!

Alejandro Mantilla Q.



Tras renunciar a su columna semanal, al reconocido periodista Daniel Samper le preguntaron, “¿no es difícil retirarse en un momento político tan coyuntural?” a lo que respondió: “Colombia siempre está en un momento político coyuntural” [1]. Sin embargo, este momento político resulta particularmente dramático para el país, en especial para la izquierda, el movimiento popular y los sectores de oposición. En una segunda vuelta que opone a la derecha tradicional con la ultraderecha emergente ¿Qué actitud debemos asumir?  ¿Debemos actuar con indiferencia propiciando el retorno del embrujo autoritario? ¿Debemos olvidar nuestra abierta oposición a la política de despojo y contaminación propiciada por Santos para asegurar la continuidad de los diálogos de paz? ¿Debemos conservar la pureza de conciencia y no apoyar a ninguno de los candidatos?

Considero que este momento es tan complejo que lo último que deberíamos esperar es una respuesta sencilla ante nuestra encrucijada. Así que me atrevo a lanzar una fórmula: ¡Es crucial, imperioso, necesario, oponerse a Santos! En suma, prefiero hacerle oposición al gobierno de Santos que al uribismo recargado.

La certeza de la oposición

A mi juicio, hay un punto de partida que muchos sectores de izquierda han soslayado ante el pánico que produce una eventual victoria del uribismo en segunda vuelta. Sin importar el resultado electoral, a la izquierda no le queda más opción que seguir en la oposición y esa claridad debería orientar sus decisiones en el corto y mediano plazo.

Tanto Santos como Uribe/Zuluaga han promovido el mismo modelo económico pero con tenues matices en su aplicación. Mientras Santos quiere aplicar un neoliberalismo propio de la tercera vía, Uribe defiende un neoliberalismo de primera generación siguiendo el ejemplo de Reagan, Thatcher o Pinochet. Una diferencia clave radica en el tratamiento de las organizaciones populares. Mientras Uribe defiende el despojo de los sectores populares para abrirle paso a la inversión, Santos busca integrar esos sectores al mercado. Así para el uribismo es crucial destrozar las expresiones organizativas de la oposición, mientras Santos busca integrarlas al mercado y a las políticas del gobierno. Buenos ejemplos son el pacto agrario y la titulación de tierras. Mientras Uribe busca reforzar el despojo para asegurar la propiedad terrateniente y ganadera, Santos le juega a restituir la propiedad de las víctimas para facilitar las transacciones e inversiones sobre el territorio.

Juan Manuel Santos lleva 15 años promoviendo las políticas de la tercera vía de Giddens y Blair, aunque por momentos olvide sus contenidos al impulsar política pública. El punto de partida es mejorar las condiciones de entrada al mercado mediante inversión social focalizada, la titulación de tierras o la formalización del trabajo. El objetivo de tales políticas no es la distribución igualitaria ni la garantía de derechos sociales, sino el despliegue del mercado y la inversión[2].

Santos ha buscado captar a las organizaciones sociales desde el inicio de su gobierno, y no han sido pocas quienes han sucumbido a sus cantos de sirena.  Por eso no considero acertado adherirse al actual mandatario, ni en primera ni en segunda vuelta, ni comparto la posición de quienes al fragor del pánico incluso le piden que recoja algunos “mínimos” en su programa, o quienes le piden un viraje de centro–izquierda[3]. Tales actitudes ponen en riesgo la autonomía del movimiento social y la potencial unidad de la izquierda, situación bastante grave si tenemos en cuenta el ascenso de la capacidad de movilización ciudadana de oposición.  

Los tiempos son aciagos, pero no podemos perder la perspectiva viendo como alternativo lo hegemónico. Debemos asumir la certeza del advenimiento de cuatro años más de luchas sociales contra el modelo, gane quien gane.  No queremos que nos maten por el modelo económico, pero tampoco queremos integrarnos a él.

Las mutaciones del uribismo

A pesar de lo anterior, tenemos buenas razones para preocuparnos por una eventual victoria de Uribe/Zuluaga, en especial porque el uribismo versión 2014 es diferente del que gobernó el país en la década pasada.

La palabra ‘uribismo’ significó en su momento un pacto entre tres sectores de clase: 1. La burguesía tradicional heredera del bipartidismo; 2. Los representantes de la inversión extranjera y las empresas transnacionales; 3. Los sectores “emergentes”, ligados al narcotráfico, el paramilitarismo, o el contrabando que consolidaron nuevos autoritarismos regionales. No podemos olvidar que Santos y la mayoría de sus colaboradores más cercanos hicieron parte de esa alianza.

Desde 2006 en adelante esa alianza se fue fisurando hasta quebrarse por completo en el año 2010. Desde entonces Uribe se rodeó de los sectores más fieles a su legado, los más cercanos a los terratenientes ganaderos y a personalidades ultraconservadoras. Lo anterior explica su cercanía con personajes como Ricardo Puentes Melo o María Fernanda Cabal, quienes han heredado las tesis más febriles derivadas de ‘Tradición, Familia, Propiedad’ o del falangismo tradicional. El uribismo de hoy está más a la derecha que hace algunos años. En un contexto mundial marcado por el ascenso de la ultraderecha en Europa (basta mirar los resultados electorales del pasado fin de semana) ese asunto no es secundario.

Por otro lado, en un mundo en crisis económica, ambiental y energética, que afronta profundos cambios (como lo muestra la economía China, las elecciones en la India, la crisis económica mundial, el escenario Europeo, la primavera árabe, la tensión en Ucrania, las tensiones en el pacífico asiático, etc) cada antagonismo es potencialmente decisivo y cada elección desborda las fronteras nacionales. En ese marco, una victoria de Uribe/Zuluaga reconfiguraría el escenario regional en américa latina. 

El gobierno Santos jugó frente a sus vecinos a una política de no intervención. Al inicio de su mandato Santos quiso jugar a la inestable posición de “bisagra” entre los gobiernos alternativos y la derecha del continente. Ante su fracaso se dedicó a la construcción de la Alianza del Pacífico, un acuerdo de los gobiernos neoliberales de la región que no adoptó una retórica de confrontación con los gobiernos de izquierda. Con Uribe/Zuluaga la diplomacia de la bisagra llegaría a su fin, para volver a la política de sabotaje directo contra los gobiernos alternativos. Su cercanía con los sectores de la derecha del Partido Republicano, sus nexos con la oposición venezolana, o la fracasada agenda de su fundación ‘Nuevo Internacionalismo Democrático’ son evidencias de tal pretensión. Si Zuluaga gana las elecciones, Uribe podría convertirse  en el vocero de un proyecto ultraconservador de alcance continental.     

El debilitamiento de los gobiernos alternativos en américa latina sería una derrota para la izquierda de todo el mundo. 

La izquierda y la paz

Quienes desde la izquierda desean votar por Santos para que continúen los diálogos de paz de La Habana tienen un buen motivo para hacerlo. Sin embargo, persistir en esa tesis trae un riesgo: que Santos se convierta en el único dueño del discurso de la paz. El movimiento social ha planteado fuertes críticas a la visión de paz defendida por el gobierno, planteando agendas que van mucho más allá de los puntos del diálogo entre gobierno y Farc, insistiendo en la necesidad de avanzar en escenarios de participación efectiva de los movimientos populares para construir paz con justicia social.

En este escenario es válido defender los avances que en materia de paz se han dado en los últimos años, pero no como punto de culminación, ni como un límite que frene las luchas contra el modelo económico y político vigente. Juan Manuel Santos también ha sido un señor de la guerra, no por casualidad ha conservado en su cargo al actual Ministro de Defensa.

La paz no es patrimonio del actual gobierno, los movimientos sociales también tenemos mucho qué decir y hacer al respecto.  
 

Contra la banalidad del bien

En tiempos aciagos es usual intervenir políticamente en contravía de nuestras intuiciones. Recordemos a Federica Montseny, militante anarquista quien debió asumir como Ministra del gobierno Republicano en la guerra civil española. En esa situación límite, las y los anarquistas debieron actuar en contravía de sus convicciones para fortalecer la lucha contra el fascismo.

Por todo lo anterior, considero que hoy no basta la pureza de conciencia, hoy debemos intervenir políticamente contra la profundización de la guerra, contra un nuevo proyecto de ultraderecha que ponga en riesgo las democracias de la región, contra una nueva etapa de embrujo autoritario. Por eso votaré en contra del proyecto de ultraderecha que representa Uribe/Zuluaga.

No obstante, no creo que podamos ser de izquierda y a la vez llegar a acuerdos programáticos con el gobierno Santos, como ya lo han hecho algunos. Creo que la mejor alternativa en estos tiempos aciagos es asegurarnos de seguir en la oposición al actual  gobierno.

En tiempos de crisis los revolucionarios no solo luchamos por una sociedad nueva, también lo hacemos para impedir la catástrofe. 

(Este texto refleja mi posición individual y no compromete la posición de las organizaciones sociales y políticas en las que participo). 


[1]Puede consultarse la entrevista en: http://noticiasunolaredindependiente.com/2014/04/13/secciones/top-de-los-otros-famosos/daniel-samper-pizano-se-retira-del-periodico-el-tiempo/
[2] Ver el libro de Alex Callinicos, “Contra la tercera vía. Una crítica anticapitalista”, en especial el aparte 2.2.
[3] Ver la columna de César Rodríguez: “Santos y la izquierda”: http://www.elespectador.com/opinion/santos-y-izquierda-columna-494691




martes, 27 de mayo de 2014

El pesimismo revolucionario

En su hermoso libro sobre Walter Benjamin, Michael Löwy usa la expresión "pesimismo revolucionario" para designar la posición política del filósofo judío. Es bien sabido que para Benjamin una genuina revolución no es aquella que se alcanza como resultado del progreso, sino que la comprende como aquella interrupción histórica que busca impedir la catástrofe: “un pesimismo activo, organizado, práctico, íntegramente volcado al objetivo de impedir, por todos los medios posibles, el advenimiento de lo peor”.
Creo que en nuestro tiempo no hay otra manera decente de ser revolucionario. Y también estoy convencido (con Benjamin y Löwy) que esa posición implica rechazar tres actitudes: los pactos gratuitos con los gestores de la catástrofe, el optimismo banal y la parálisis histórica que entiende al tiempo como un continuo vacío, sin contenidos, estable, tedioso. (16 de marzo de 2010)


sábado, 24 de mayo de 2014

REFLEXIONES DEL CAFÉ GAITÁN...


REFLEXIONES DEL CAFÉ GAITÁN: DIRIGIDO A NOSOTRXS Y A USTEDES
(la X es por todXs)

Somos compañerxs de ruta, amigxs, cómplices y aliadxs. Trabajamos en distintas iniciativas, organizaciones y procesos que coinciden en la búsqueda y construcción de propuestas de transformación profunda de las injustas realidades de nuestro país; un cambio protagonizado por la gente colombiana, por quienes desde abajo y en lucha son sinónimo de dignidad y vida. Nos hemos encontrado como parte de un sueño e historia de mucho tiempo: que nuestros recorridos y acumulados distintos no nos separen, que sean potencia creativa para un proyecto en común.  

Somos generación, compartimos el mismo momento. Nosotrxs y muchxs más compartimos también la condición de no haber llegado al poder. Sabemos que nuestro país atraviesa por un momento de importantes definiciones, el ciclo iniciado en la década de 1990 se va cerrando y hay quienes quieren reeditar la Regeneración y el Frente Nacional. En cambio, nuestra mirada está cargada de futuro, se alimenta de la fuerza de la movilización social que ha sacudido el país con sus pasos y propuestas, confiamos en la capacidad de procesos, organizaciones, gente indignada y emputada, nuevas y plurales ciudadanías, propuestas humanas, izquierda, artistas, iniciativas de búsqueda y construcción de democracia. Sabemos que hay con quienes, cómo y con qué gobernar diferente.

Colombia necesita paz, justicia, democracia, soberanía, necesita cambio de modelo y no sólo de fachada: nosotrxs estamos dispuestxs, tenemos con qué asumir el reto de hacer y liderar el tránsito hacia esa Colombia. Queremos ser impulso movilizador de esa posibilidad, que se contagie  la sociedad constituyente y nuestros propios contextos políticos y organizativos; que se extienda a regiones, ciudades y otros países.

El proyecto político que cambie a Colombia ha de ser realmente distinto al tradicionalismo. La ética en la realización de la política es la huella que queremos marcar. Somos hijxs de una generación que tenía como perspectiva no encontrarse. Estamos cansadxs de política de cálculo, muñequeo y manipulación; cansadxs de egos que hablan y deciden solos, de sectarismos, de modos que no sirven y de diferencias por minucias que terminan pesando más que las apuestas estratégicas compartidas. Reconocemos y recogemos la historia, lxs líderes y procesos que ella ha parido. Queremos hacer política para la vida, para mirarnos a los ojos, reconocernos con legitimidad, sabernos iguales y juntar fuerzas para que el poder en Colombia no sea más siembra de  muerte y miseria. Queremos hacer la política para vencer 200 años de engaño y corrupción, 500 años de colonialismo y explotación. No reproduciremos maneras de hacer la política que nos separan cuando necesitamos sumar, queremos dar respuestas distintas a las preguntas acostumbradas. Con solidaridad y unidad queremos decir que lo que es con unx, es con todxs.

Hoy tenemos posturas distintas frente a la coyuntura presidencial. Contrario a lo que muchxs creen y desean, no dejaremos que ello nos aleje de la búsqueda de convergencia que hay que tejer para no ser inferior a lo que la gente colombiana espera de nosotrxs y de nuestra historia. No promoveremos el odio entre nosotrxs, ni señalaremos como fatales o equivocadas las opciones que hemos determinado hacia el 25 de Mayo. Más que nunca queremos disponernos con alegría, voluntad, esperanza y responsabilidad a buscar y constituir los vínculos, puentes, articulaciones que convoquen y consoliden unidad en lo diverso. Queremos provocar una cumbre, minga, marcha, junta, cabildo, mesa amplia, convite, congreso de todas aquellas iniciativas, procesos y organizaciones políticas y sociales que quieren hacer que la paz signifique buen vivir y justicia, evitar que se convierta en frustración y más de lo mismo nombrado distinto.

Nos disponemos y convocamos a la construcción de un pacto generacional, hacia adentro y hacia fuera, con quienes comparten nuestra época y con todxs, un pacto entre nosotrxs y ustedes. Un acuerdo para que lo que hemos esbozado sea posible. Tenemos la obligación ética de hacerlo y no lo pospondremos. Somos conscientes que también depende de nosotrxs. Paz, para cambiar el país, ética para cambiarnos a nosotrxs mismxs, unión, iniciativa y creatividad para cambiar el poder. Nos comprometemos a construir y viabilizar en común las ideas y acciones que éste reto requiera. Con perseverancia, confianza, urgencia y con la certeza de que solos no podemos.

Bogotá, Mayo 21 de 2014.


Abierto a firmas y adhesiones, hasta el momento, han suscrito la carta:

Donka Atanassova, Francisco Javier Cuadros, Marcela Tovar Thomas, Gabriel Becerra, Stepfanía Pinzón, David Flórez, Alix Lesmes, Carlos Alberto Benavides, Alhena Caicedo, José Antequera, Harold López, Luz Estela Luengas, Jaime Salazar, Andrés Camacho, Diana Gómez Correal, Camilo Álvarez, Carolina Moreno, Omar Vera, Cindy Pérez, Alejandro Mantilla, María José Pizarro, David Villanueva, Jheraldin Mosquera Carvajal, Miguel Ángel Barriga, Carolina Tejada, Alejandro Quiceno, Nataly Salazar, Jorge Forero, Jimena Valero, David Uribe, Shaira Rivera, Julio Cesar Pulido, Lorena María Aristizabal, Guillermo Baquero, Francy Franco, Rodrigo Andrés Álvarez, María Rincón Bohórquez, Jaime Andrés Osorno, Edith Parada, Jairo Antonio Rojas, Pilar Suárez, Juan Carlos Gutierrez, Irene Vélez, Manuel Ruíz, Angélica Martínez, Jymy Forero, Lourdes Revelo, Gabriel Rondón, Angélica Medina, Tomás Lion, Gabriela Díaz Montealegre, Juan Ballestas, Catalina Caro, Pavel Santodomingo, Caterina Mantilla, Leonardo Rodríguez, Judith Caldas, Johan Mosquera, Cendi Torres, Marcelo Molano, Natalia Munevar, Camilo Villa, Katherine Duque, Erik Jerena, Inge Helena Valencia, Diego Martínez, Alejandra Gaviria, Nixon Padilla, Kellyn Duarte, Luis Fernando Mora, Marta María Saade, Jorge Mantilla, María del Mar Duarte, Diego Cancino, Liz Rincón, Leonardo Gallo, Angela Pedraza, Federico Giraldo, Carlos Morales, Santiago Peña Aranza, Oscar Bohórquez, Gabriel Delgado, Oscar Pedraza, Jorge Eliecer Rodríguez Peláez, Camilo Reales, Juan Carlos Villamizar, Hernán Camacho, Luis Ángel Salazar, Diego Mariño, Jorge Rodríguez, Rodrigo Valero, Juan Antolinez, Pablo Pardo, Rodolfo Yépez, William Martínez, Tomás Antolinez, Luis Manuel Hoyos, Catalina García, Ernesto Montenegro, Alcira rodríguez, Fernando Martínez, Francisco Saade, Victoria Lucena Goez, Liliana Merchán, Maite Gie Girón, Esteban Caicedo, Silvia Becerra, Juan Carlos Houghton, Natasha Garzón, John Alexander Sandoval, Jhon Smith Sierra, Jairo Humberto Quique, Tania Rodríguez Triana, Santiago Peña, José Luis Pastrana, Vladimir Rodríguez, Juan Carlos Prieto, Leonardo Salcedo, Daniel Bejarano, Marcela Vera, Jairo Jiménez, Camila Rodríguez, Carlos Paredes, Juan David Ojeda, Vladimir Villamizar, Natalia Jiménez, Ana María Solarte, Carlos Andrés Gómez, Sandra Viviana Alfaro, Pol Villalobos … siguen firmas